En el año 2006 se instaló una antena de telefonía móvil, en La Avenida de los Almendros. Valsequillo.
Se colocó escondida en un cilindro ancho, imitando a un bidón.
El beneficiario de este artefacto fue tan listo, que como sabía el peligro que conlleva; no la coloca en su domicilio, la ubica en otro lugar sin pensar el daño que pudiera hacer.
Me sorprende más todavía, cuando es un empresario que vive a sus anchas con todas sus comodidades.
En cambio otras vidas enferman a consecuencia de esa dichosa antena. Tienen que acudir a diferentes especialistas, sin encontrar soluciones porque el perjuicio sigue ahí; además de carecer de recursos económicos.
Muchas personas al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, quisieron impedirlo pero no pudieron. No le quedaron más remedio de ponerse a cruzar de un lado para otro la calzada, y llamar así la atención ante las autoridades.
Estos vecinos me comentan que la antena se encuentra parada en este momento, aunque yo personalmente lo dudo.
Llevan año y medio y siguen concentrándose cada viernes, delante del mismo edificio donde se encuentra.
Días de calor, lluvia, viento. Cansados después de una larga semana de trabajo con muchas ganas de estar en familia, no dejan de acudir porque sienten miedo que vuelva a funcionar.
Me pregunto: ¿dónde están los que gobiernan?
Estoy segura que algún beneficio están obteniendo; porque ustedes son la autoridad. Son los que pueden decidir ante tal situación.
Días pasados, el viento hizo que esas puertas del cilindro que esconde la antena de telefonía móvil se abriera, y pudieran ver lo que el hombre hace, y a la vez lo que Dios dispone. La verdad nunca se pondrá esconder por mucho que queramos.
12-o4-2008
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